¿Y la solidaridad con los aplastados?
por Herbert Mujica Rojas
Pocas semanas atrás el ciudadano Luis Alberto Salgado Tantte fue expulsado del Apra. Le echaron sin oír sus testimonios, descargos o aclaraciones que, de repente, no hubieran variado, un ápice, la imperial ordenanza de su desafuero. Los derechos humanos a la libre expresión, al debido proceso, al buen nombre, a la dignidad y decoro, fueron hechos trizas en el único idioma que disimula la bestialidad de quienes no ocultan para nada su barbarie: vía un comunicado o resolución. Cuando los derechos humanos de un aprista son degollados: ¿no es que la sociedad debiera protestar y fulminar a los criminales? Veamos.